La familia D’Olivo en Colonia Caroya ha lanzado un ambicioso proyecto de cultivo de cáñamo industrial, una variedad de la planta Cannabis sativa con menos del 1% de THC (tetrahidrocannabinol), el componente psicoactivo que caracteriza a la marihuana. Este cáñamo se diferencia por no tener efectos alucinógenos, lo que permite su uso en diversas aplicaciones industriales.
Desde hace dos años, la familia D’Olivo, liderada por el ingeniero agrónomo Agustín D’Olivo, ha estado investigando y desarrollando este cultivo bajo el marco regulatorio de la ley nacional 27.669. A pesar de las restricciones históricas en Argentina que limitaron el desarrollo del cáñamo industrial, el proyecto ha avanzado significativamente.
El cáñamo industrial se cultiva sin protección contra factores climáticos, a diferencia del cannabis utilizado para fines recreativos. Se ha enfocado en tres usos principales: la obtención de aceites, harinas alimenticias y fibras. Los resultados han sido prometedores, con un rendimiento de hasta un 40% de aceite al prensar las semillas. La harina derivada se utiliza para fabricar alimentos, y las fibras del tallo tienen aplicaciones en la construcción y en otras industrias.
El cultivo presenta ventajas adicionales como su resistencia a plagas y malezas, lo que facilita su manejo y lo convierte en una opción interesante para la rotación de cultivos como maíz, zapallo o trigo.
Para evitar confusiones con la marihuana, dada la similitud en el aspecto y aroma de las plantas, la familia D’Olivo ha instalado cercos perimetrales, señalización y vigilancia constante durante el período de floración. A pesar de estos esfuerzos, se han registrado intentos de robo, lo que subraya la necesidad de seguridad adicional.
El proyecto no solo busca mejorar la producción agroecológica sino también contribuir a la agricultura extensiva con un cultivo de triple propósito: semillas para aceite, biomasa y fibras. La familia D’Olivo se muestra optimista sobre el futuro del cáñamo industrial y su impacto en la región.