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Le ratificó al fiscal Stornelli que anotaba todo a medida que sucedía; entrará al programa de imputados protegidos; se espera que pronto deje la cárcel; dijo que Baratta usaba como código la palabra “kilowatt” para aludir a un millón
Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta que escribió los cuadernos sobre los sobornos , declaró ayer como “arrepentido”, acordó su entrada al programa de protección de testigos e imputados y dio detalles de cómo se recaudaban las coimas.
Centeno estuvo reunido toda la mañana con el fiscal Carlos Stornelli , con quien negoció los términos de su nueva condición. A él le ratificó que fue el autor de lo escrito en los ocho cuadernos, le dijo que todo lo fue anotando a medida que sucedía y que empezó haciéndolo como una práctica habitual de cualquier remisero, hasta que se dio cuenta de la entidad de lo que pasaba. Según él, fue entonces cuando decidió que necesitaba consignarlo todo para dejar un testimonio. Así lo informó a LA NACION un funcionario que conoció el contenido de la declaración.
El acuerdo de Centeno con el fiscal quedó registrado en un acta de 13 hojas que ayer al mediodía llegó al juzgado de Claudio Bonadio para su homologación. Allí está transcripta la declaración del chofer.
Entre los detalles que contó ayer Centeno, relató que había ocasiones en las que su jefe, Roberto Baratta, exsubsecretario del ministerio de Julio De Vido, hablaba en código frente a él. Un supuesto código que -contó Centeno- él terminó entendiendo. Dijo, por ejemplo, que Baratta decía “un kilowatt” en referencia a “un millón”.
Según fuentes judiciales, el eje central de la declaración de Centeno fue la ratificación del contenido de los cuadernos. El chofer afirmó que todo lo que él iba sabiendo lo volcaba en ellos. No habló de datos por fuera de lo registrado allí que comprometieran a otros funcionarios ni a otros empresarios.
En las últimas horas, dos fuentes independientes relataron a LA NACION que Centeno, cuando trabajaba como chofer, era conocido por sus compañeros por su costumbre de hacer anotaciones todo el tiempo.
En cuanto a los ocho cuadernos, los investigadores no lograron acceder a los originales. Lo que tienen son fotocopias de todo su contenido. Se lo dio LA NACION, que sí los tuvo en su poder y los devolvió antes de darle copias a la Justicia. También aportó más de 40 videos y fotos.
La idea del juzgado es que Centeno vuelva a declarar en las próximas semanas. Bonadio y sus secretarios tienen unas 40 preguntas para hacerle, contaron fuentes judiciales.
Ayer, Stornelli encabezó un operativo en la casa de Centeno en busca de los libros, pero no los encontró. “Él no dijo que se hayan quemado”, dijo una fuente que conoció su declaración. Por la tarde había circulado una versión que sostenía que sí.
Abogados defensores de los detenidos alegaban ayer que sin los originales la causa perdía fuerza; entre otros motivos, porque se dificultan las posibilidades de peritar los documentos. Uno de los responsables de la investigación sostuvo, en cambio, que teniendo las copias y la ratificación de su autor se trata de una prueba clave.
Después de la visita a la casa de Centeno, Stornelli hizo dos allanamientos más. “Aportó mucha información”, había dicho el fiscal al mediodía, cuando terminó la reunión con el nuevo arrepentido. A cambio de esos datos, Centeno obtendrá una reducción en la eventual pena que podría aplicársele y beneficios en su situación actual. Por ahora sigue detenido, pero es probable que deje la prisión muy pronto. Entrará en el programa de testigos e imputados protegidos.
Según Stornelli, en esta causa hay “mucha gente con mucho para decir”. Por ahora, sin embargo, todos los detenidos que fueron indagados se negaron a hablar. Declararon por la tarde, en dos tandas; primero los empresarios y después los exfuncionarios. El mecanismo fue el mismo para los dos grupos: les leyeron a todos juntos los hechos de los que están acusados y después fueron, cada uno por separado, hasta un escritorio y allí les preguntaron si querían declarar.
Fuentes judiciales informaron además que ninguno de los detenidos había dado señales de que vaya a seguir el camino de Centeno y quiera ser arrepentido. Ni siquiera el único al que se lo veía quebrado y lloraba durante la audiencia.
Por el juzgado de Bonadio circularon ayer muchos abogados. Ninguno llevaba un mensaje de arrepentimiento. “Hoy hay un despliegue de telas italianas nunca visto en este pasillo”, dijo a LA NACION una empleada de los tribunales impresionada por los trajes que circulaban por el cuarto piso de Comodoro Py.
La mayoría de los detenidos presentó ayer pedidos de excarcelación, que el juez resolverá en estas horas, previo dictamen de Stornelli. Quedan todavía cuatro personas por detener: tres empresarios y un exfuncionario. Uno de los empresarios, Juan Carlos de Goycoechea, “está esquiando”, según dijo al juzgado su defensa, que se comprometió a entregarlo hoy. Para los otros tres, Bonadio preparaba anoche órdenes de captura nacional e internacional.
Fuente: La Nación