Córdoba
La fiscal federal Graciela López de Filoñuk imputó a Gabriela Medrano Viteri y Felipe Zegers, los artistas chilenos detenidos por manipulación y tenencia de materiales explosivos, luego de que este fin de semana fueran acusados por la Policía y el Ministerio de Seguridad de la Nación de presuntos “terroristas”, por haber dejado un “paquete sospechoso” en un hotel en Córdoba.
Aún no se sabe si permanecerán en la cárcel o serán liberados para regresar a su país, algo que podría suceder en la tarde de este lunes.
El artículo por el cual están imputados es el 189 y dice lo siguiente:
“El que, con el fin de contribuir a la comisión de delitos contra la seguridad común o causar daños en las máquinas o en la elaboración de productos, adquiriere, fabricare, suministrare, sustrajere o tuviere en su poder bombas, materiales o aparatos capaces de liberar energía nuclear, materiales radiactivos o sustancias nucleares, o sus desechos, isótopos radiactivos, materiales explosivos, inflamables, asfixiantes, tóxicos o biológicamente peligrosos, o sustancias o materiales destinados a su preparación,será reprimido con reclusión o prisión de cinco (5) a quince (15) años”
El caso. Con el correr de los días se conoció que ambos habían sido oficialmente invitados a participar del congreso paralelo al Congreso Internacional de la Lengua Española, llamado “Malas Lenguas: derechos lingüísticos como derechos humanos”, organizado por la Universidad Nacional de Córdoba.
Viteri y Zegers, muy reconocidos por sus trabajos en diferentes obras públicas de Chile, se alojaban en un hotel de Buenos Aires luego de haber realizado una charla el pasado sábado en la Ciudad Universitaria de Córdoba.
Según el entorno de los artistas (muy reconocidos en su país), el “material sospechoso” era en realidad una caja con cables que formaba parte de un parlante para una intervención donde se leía la Declaración Universal de Derechos Humanos en Lenguaje Inclusivo.
“Si cometieron un error fue no avisar en el hotel que estaban dejando allí algunos objetos de esta instalación, como dos parlantes tipo bocina, cables y una pequeña caja de metal que contenía un componente genérico de programación que, en este caso, cumplía la función de pasar texto a lenguaje hablado. Jamás pensaron que esto provocaría el malentendido que se generó“, comunicaron sus familias.
Esos parlantes fueron utilizados recientemente, entre otros lugares, frente al Patio Olmos, según indicaron allegados a los artistas.
Fuente: Vía Córdoba.