Aunque en número más reducido, un grupo de seguidores se mantenía expectante durante la mañana en la zona del edificio donde vive Fernández de Kirchner, y donde muchos de ellos tuvieron ayer la oportunidad de saludar a la exmandataria.
La vicepresidenta salió ayer al mediodía de su domicilio y regresó pasadas las 20, y en ambas oportunidades se tomó unos minutos para saludar a la concurrencia, que pudo tomarle la mano, sacarse fotos o pedirle una firma para el libro de su autoría “Sinceramente”.
El último sábado, la Policía porteña reprimió a los manifestantes que se encontraban en las inmediaciones del edificio, entre ellos el diputado nacional del Frente de Todos (FdT) Máximo Kirchner, que fue agredido por efectivos de seguridad.
Esa misma noche, la vicepresidenta dio un breve discurso en el que advirtió que “el único lugar donde se produjo violencia fue en la ciudad de Buenos Aires” y le pidió a sus seguidores que fueran a “descansar”.