El 14 de febrero de 2015, dos policías le dispararon por la espalda a Ezequiel Reinoso, un joven de 22 años que iba a jugar al futbol en la zona norte de la ciudad de Córdoba.
En ese momento, Reinoso tenía 22 años y andaba en una moto prestada por su tío. Un control policial le hizo señas (él asegura que no las vio) y cómo había frenado una moto adelante, siguió su camino. Ahí fue cuando recibió dos disparos.
Como en otros tantos casos de gatillo fácil, la primera reacción de la policía fue inventar un escenario que justificara los disparos: el informe policial aseguraba que el muchacho iba con un acompañante y que habían disparado contra los uniformados.
Primero, Reinoso fue imputado por resistencia a la autoridad y portación de armas. Luego de dos años, fue sobreseído. Y ahora, más de una década después, fueron juzgados los dos agentes que dispararon.
“Quería una condena ejemplar”, lamentó Reinoso en diálogo con las radios del Multimedio SRT. Esto ya que el sargento Cisneros fue condenado por homicidio en grado de tentativa, doblemente agravado por la calidad de funcionario policial y el uso de arma de fuego a 10 años de prisión.
El otro miembro del control, el oficial Estopelo, fue sentenciado a tres años y tres meses por “falso testimonio agravado y encubrimiento por favorecimiento personal, doblemente agravado por la función policial y la gravedad del hecho”.
Aunque Reinoso considera que no fue suficiente esta decisión de la Justicia, aceptó las disculpas de los oficiales. “Son personas, podrían haber hecho mejor las cosas. Pero uno entiende que es el sistema el que los lleva a eso, su jefe mismo lo lleva a eso”, expresó en el programa Otra Vuelta de Tuerca.
La decisión de la Cámara Sexta del Crimen brinda un halo de justicia sobre la vida del joven, que todavía recuerda el sufrimiento que el hecho generó en su entorno familiar. “Gracias a Dios estoy vivo, por eso creo que se dio esa condena”, señaló.