La frase que encabeza este artículo forma parte de la crónica que publica El País, sobre la noche impactante que se vivió este sábado en el el Cosquín Rock Uruguay, en Montevideo, considerado el más grande de Uruguay por la diversidad de estilos y tendencias que abarca.
Cami de Chile y Rodra de Uruguay fueron las primeras en abrir el fuego del sábado, en distintos escenarios, mientras que en un tercero brillaba el pop láguido de Bándalos Chinos.
Autodefiniéndose como “el abuelo del rock” debutó en este festival el enorme Rubén Rada quien desplegó toda su energía y dejó para el final “Mi país” canción poco festivalera pero apropiada para la ocasión.
Siguieron Neo Pistea, Ciro y Los Persas encendieron a la audiencia y La Delio Valdez se acomodó al país anfitrión entonando fragmento de P´al que se va del prócer Alfredo Zitarrosa.
Y luego del recital de Los Ratones Paranoicos…llegó La Mona Jiménez !
Lo que sigue es la crónica textual que escribe Belén Fourment para el diario El País:
“Envuelto en vestiduras y modismos dignos de rockstar y de showman, la Mona Jiménez cruzó el escenario haciendo su característico pasito de baile con la mano hacia adelante, contenido por una banda de 12 artistas que no logró frenar sus impulsos: en vivo el cordobés bailó, cantó, conversó, hizo caso omiso a las melodías, entregó su cuerpo a una serie de movimientos temblorosos, jugó, sonrió con una dentadura blanquísima y, de repente, lo dijo. Este show no fue solo su debut en Uruguay: esta noche, ya en la madrugada del domingo 21 de abril, fue la primera en que La Mona Jiménez dio un concierto fuera de su país. Fue histórico.
Por un rato largo, el Cosquín se volvió un baile de cuarteto y fue, también, testigo de un código de amor, ese que la Mona ha implementado con sus fieles y que implica señas, gestos, movimientos de manos que sirven para dar nombres, y una lectura cuidadosa de cada uno de los carteles que se despliegan entre la gente, entre todos esos cordobeses que llegaron hasta el Prado solo para acompañarlo, y necesitaban que él lo supiera.
Hacia el final, fue una fiesta delirante: la Mona citó al Lobo Núñez para tocar en “El agite”, luego llevó a Ruben Rada para compartir “Beso a beso” y un montón de chistes, errores y desparpajo y, luego, con el Negro todavía en el escenario, convocó a Juanse para hacer el clásico “¿Quién se ha tomado todo el vino?”, y Juanse —que hasta se trepó a una de las columnas del escenario— vino acompañado de dos cantantes de las nuevas generaciones, y todo fue un derroche de disfrute y confusión, una reunión imposible que de alguna forma fue el cierre exacto para un día de Cosquín Rock. Una cucharada de barro y goce para completar un festín de música que estimuló todos los sentidos.”