Jesús María.
En un emotivo acto la comunidad educativa de la Escuela Francisco Ortíz de Ocampo despidió a Carlos Echarri, que fue el prfesor de Educación Física del establecimiento durante 35 años.
Con abrazos, lágrimas y muchas risas, el Profesor Carlos “Cachi” Echarri fue homenajeado por la comunidad educativa de la Escuela Francisco Ortíz de Ocampo, donde se desempeñó como el titular de Educación Física durante 35 años.
“Esto es muy especial, como vos lo decís, encontrarme con muchas ex compañeras, muchas ya se han jubilado, las del comienzo, que es cuando uno aprende un montón de cosas sobre la educación formal, porque a pesar de estar preparado en cualquier profesión uno cuando inicia no sabe si va a rendir, esa preocupación de dar lo que uno puede”, afirmó en diálogo con Más Radio.
Durante el acto se le entregaron distintos regalos, recuerdos y gestos que salieron de los propios chicos, como corazones con poemas.
Además estuvieron presentes ex alumnos de casi todas las promociones que pasaron por su enseñanza.
La profesora Gabriela Tulián fue la encargada de contactarlos y logró conseguir a casi todos.
“Les decía a muchos amigos y te lo digo a vos, el mejor reconocimiento es cuando uno va por la calle, voy en bici y escucho “Cachi”, y esa satisfacción es enorme, seguro que es un ex alumno, el papá de un alumno”, afirmó el profe.
Estuvo acompañado por toda su familia y por su mamá, Betty Echarri, también docente y con una larga trayectoria en instituciones de nuestra zona.
“Doy gracias a Dios que estoy vivo y poder ver a un hijo, el segundo jubilado, a esta altura de mi vida que desde chiquito siempre anduvo atrás de una pelota del fútbol, del tenis, ha sido su vocación, creo que la ha cumplido como un verdadero docente, entregando amor a los niños”, apuntó orgullosa.
Cachi estuvo durante todo el acto al borde de las lágrimas porque la emoción lo desbordó con tanto cariño.
Reconoció la labor de todas sus compañeras a lo largo de más de tres décadas de carrera y confesó que aunque está jubilado a veces pasa a visitar a los chicos porque extraña lo que él definió como “una segunda casa”.
En su momento dejó de jugar al fútbol porque se lo desilusionó un sector, el más oscuro del deporte, pero admitió que ama la pelota y ve partidos “25 horas al día”.
Así, con un amor interminable, fue la despedida de “el Profe Cachi”, que quedará marcado a fuego en muchas generaciones que recibieron de él algo más que educación física.