Región.
Dos hermanos de 20 y 25 años fueron apresados como supuestos autores del homicidio. Omar Benito Villarreal tenía 57 años y vivía solo en un pequeño campo de 20 hectáreas. Se dedicaba a la cría de animales.
- La víctima fue un productor de Capilla de Sitón.
- Creen que fue asesinado a puñaladas.
- Dos jóvenes pobladores cayeron presos.
- Los atraparon cuando huían de la localidad en moto.
Sin paz ni consuelo y completamente alterado. Así quedó el medio millar de habitantes que ayer ni pudo conciliar el sueño. Ya, la noche anterior, tampoco había podido descansar. Motivos no le faltan a los pobladores de Capilla de Sitón, al nordeste de la provincia de Córdoba, una de las tantas comunas en donde nunca pasaba nada. Hasta que un día sucede, y ya nada vuelve a ser lo mismo.
Un querido vecino dedicado a la cría y venta de animales fue hallado asesinado en el fondo de un aljibe de la estancia donde vivía solo, desde hacía varios años. Omar Benito Villarreal tenía 59 años.
Por el atroz y brutal asesinato, dos jóvenes habitantes del mismo pueblo quedaron detenidos como los supuestos criminales.
Un fiscal ya los acusó por homicidio en ocasión de robo.Si el funcionario judicial entiende que ambos mataron a Villarreal para ocultar el robo y buscar la impunidad, podría agravarles la figura a homicidio criminis causae, delito que prevé la perpetua.
Al ser detenidos, estos jóvenes –ambos con antecedentes por robo– habrían admitido ante unos policías la autoría del homicidio. Esto no tiene validez procesal.
El crimen de Villarreal se agrega a una inquietante serie de asesinatos que se vienen registrando este año en el interior provincial (el profundo y el no tan profundo) durante asaltos domiciliarios.
La semana pasada, por caso, un jubilado fue muerto a golpes en su casa de Río Segundo. Días antes, otro hombre fue ejecutado en Cruz del Eje; un matrimonio de ancianos fue masacrado en Vicuña Mackenna, mientras que un joven fue hallado asesinado en su hogar de Laboulaye.
Desaparición y espanto
Desde el miércoles pasado que nada se sabía de Villarreal.
Un viejo amigo había ido a visitarlo y nada. Raro, pensó el hombre. Es que el criador de animales estaba siempre en el campo y, si se iba, se llevaba su vehículo.
Raro. La camioneta estaba estacionada y abierta. Tan abierta como la casa, a la que encontró con cierto desorden. Cuando el hombre encontró algunas gotas de sangre, supuso lo peor y no dudó en alertar a vecinos y policías.
Ese mismo miércoles a la noche, pobladores y uniformados llevaron adelante una ardua búsqueda que no dio muchos resultados.
La novedad recién se daría el jueves, cuando un perro adiestrado comenzó a ladrar enloquecido sobre un aljibe ubicado en la parte posterior de la casa, según confirmaron fuentes oficiales a La Voz.
Bomberos voluntarios de Totoral quisieron ingresar al pozo de agua, pero no pudieron. Les faltaban elementos clave como sogas y arneses. Además, un enjambre impedía cualquier maniobra.
Así fue que se decidió convocar a efectivos del Grupo Especial de Salvamento, de Capital, quienes arribaron el viernes y se pusieron a trabajar desde temprano.
Esa misma jornada, el espanto tan temido se confirmó: Villarreal yacía muerto en el fondo del pozo.
Fuente: La Voz del Interior