Para sorpresa de los miles de fans que Soda Stereo había cosechado por toda Latinoamérica a través de años de agotadoras giras, Gustavo Cerati presentó el 1 de noviembre de 1993 “Amor amarillo”, su primer trabajo solista, que daba pistas sobre los conflictos artísticos y personales que lo distanciaban de a poco de la famosa banda y, por lo tanto, le significaba una bocanada de aire fresco.
El proceso creativo de esta placa estuvo signada además por un período de sosiego personal para el artista, quien había encontrado un resquicio de paz en la consolidación de su pareja con la modelo chilena Cecilia Amenábar, en medio de la gestación de Benito, su primer hijo.
El disco fue tomando forma en la paz del hogar que la pareja había constituido en Santiago de Chile y de manera absolutamente individual, lo que le permitió a Cerati dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas, desde un sitial de experimentación sin tener que hacer concesiones y sin tener que enfrentar desgastantes fricciones.
Solo una vez que las canciones encontraron su cauce definitivo, el músico convocó a su compañero en Soda Stereo Zeta Bosio para que lo ayudara en la producción y a Tweety González, un histórico colaborador de la banda, para que le diera una mano en las programaciones.
Así, Cerati dio forma a una producción que presentaba once canciones pop, con un fuerte carácter entre lo experimental y lo electrónico, lo cual le garantizaba también la convivencia con algún eventual hit.
Sin dudas, “Te llevo para que me lleves” resumió el perfil de “Amor amarillo”, una colaboración de la por entonces feliz pareja, que describía el momento personal del músico bajo un clima cancionero que invitaba al baile.
Pero en la placa también destacaban el tema que le daba nombre, la premonitoria “Lisa”, “Avenida Alcorta” y el nada casual homenaje a Luis Alberto Spinetta con una lectura de “Bajan”, una canción del significativo disco “Artaud”, creado en circunstancias que permitía trazar un paralelo con “Amor amarillo”. El carácter experimental, por su parte, se hacía notar con fuerza en cortes como “Pulsar”, “Rombos” y “Torteval” a raíz de los samples utilizados.
Gran parte de la historia de “Amor amarillo” comienza a explicarse en la intensa actividad de giras con multitudinarios conciertos que Soda Stereo había encarado desde 1990 con el exitoso disco “Canción animal”.
«Amor amarillo» y la sociedad entre Cerati y Melero
Aunque se trató de un trabajo que rendía tributo sonoro a cierta tradición estilística dentro del rock argentino, la realidad es que desde allí se intensificó la sociedad artística entre Cerati y Daniel Melero, algo que desembocó en el disco conjunto “Colores santos” y en el giro radical musical mostrado en “Dynamo”, la siguiente producción del trío, ambos lanzados en 1992.
Estos trabajos dialogaban con las nuevas tendencias que comenzaban a tomar fuerza en la escena local, a partir del surgimiento de bandas como Juana la Loca, Peligrosos Gorriones, Los Brujos y Martes Menta, entre otros, en su mayoría apadrinados por la dupla Cerati-Melero.
Sin embargo, esa consolidación aumentó las rispideces artísticas y personales congénitas en el famoso trío conformado por Cerati, Zeta y el baterista Charly Alberti.
El agotamiento físico y mental que suponía para el líder del terceto la intensa agenda, que amplificaron los encontronazos, impulsaron un impasse; y su etapa de pleno enamoramiento con Amenábar resultó el espacio de sosiego ideal.
En la intimidad del hogar en Chile, Cerati fue craneando y confeccionando su primer trabajo solista, sin límites creativos y con la única colaboración de su pareja. Primer gran paralelo contextual que 20 años atrás había rodeado la preparación de “Artaud” de Spinetta.